Aburrimiento Dominguero

Abro los ojos, lentamente, aún las pestañas pegoteadas no abren paso a la luz diurna.
Me desperezo, miro el cielorazo, una mancha de humedad cae por los vórtices del infinito.
La pipina, peluda, cálida, sobre mis pies busca comodidad, me estiro y ella se corre, se queja un poco con un gritito y vuelve a acomodarse.
Me estiro nuevamente, desperezo, cada hueso se estira y logra la máxima longitud posible en un día aplastante de domingo...
Mi reflejo en el espejo, imágen incomprehensible aún, borrosa, sólo luego del agua veo.
Observo la piel, su color, me acerco y la imagen se distorsiona, la nariz se vuelve gigante y los ojos se acercan haciéndose casi uno antes de empañarse la imagen.
Mis pies, arrastrándose hacia la cocina me llevan, abro la heladera, tomo algo de fruta y la ingiero. Chusmeo un poco la puerta de la pieza contigua por si ella duerme, no está... Entonces charlo conmigo, me digo buenos días, continúo el desayuno, música, lectura, búsqueda cibernética.
Para la mitad del día el agotamiento dominical copa mis sentidos, que queda por hacer? llamar a alguien? ver a alguien? Quizás ya tengan con quien...
Me acuesto nuevamente, giro sobre mi cuerpo, encuentro un libro, Historia de Cronopios y Famas, releo algunos fragmentos... Me gusta mucho la historia de encuentro del cronopio y una flor, principalmente su conclusión, una flor pensando para si "es como una flor", que belleza! tan sencillo y bello!
Vuelve el agotamiento del aburrimiento, palabras comienzan a surgir, piden salir nuevamente, ya no me resisto, me acerco al teclado y comienzo a escribir, sin pausa, simplemente uniendo ideas, luego veré el sentido.


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