BurBulujeO

Burbuleando brubujeando

Fue así como comenzó su experimentación. Un día cualquiera el barro empezó a experimentar el burbujeo, una a una las burbujas se sucedían al mismo tiempo que el aire comenzaba a tener sentido. Se infiltraba en el fluido, lo recorría y cuando tomaba forma se desprendía, tan perfecto como la tensión superficial le permitía. Ya desprendida la burbuja se veía, un instante y desaparecía. Volvían las sustancias gaseosas a nadar en el barro hasta una nueva formación y reaparecía. Cada vez era nueva y era la misma. Burbuja una y otra vez, aire y barro conjugados en una e infinitas burbujas se sucedían como secuencia y como fotograma. Ya dijimos que la burbuja, desprendida se veía, un instante y desaparecía, pero hubo un momento, no se sabe cómo, en que ese instante se hizo historia. Así, teniendo conciencia de si misma y habiendo dejado de pertenecer al barro, la burbuja experimentó la vida. Tan frágil y tan imperceptible flotó con la brisa y sintió nostalgia por aquel charco, del cual había nacido pero que ya no se pertenecían. Un dolor se concentró en su centro, casi pierde la fluidez, casi desaparece, el dolor contrajo sus límites, se condensó su materia al punto de parecer barro suspendido, allí vivenció el vacío. Perdida y lejos de su origen observó la brisa que la llevaba y no le quedó otra alternativa que confiarle su fragilidad. Una bocanada de aire ingreso a su esfera junto al cosquilleo de la bruma y ya nada mas importaba, tan sólo repetir una y otra vez el cosquilleo y expandirse mil veces, hizo todo lo que pudo por quedarse en ese instante pero el tiempo pasó y cesó la expansión. Un golpe fuerte la revoleó lejos y cuando pudo detenerse vio que su forma ya no era esférica, sino que evidenciaba un cúmulo de protuberancias. Un sonido extraño iba apareciendo, cada vez mas alto, mas perceptible, se hizo murmullo y la abrazó hasta que gritaron. El aire que soltaron les desplazó hacia un nuevo choque y explotaron en un rugido desde donde se incendiaron. Ahora son cenizas y vuelve a llover. Una masa pegajosa burbujea, el aire se infiltra, una a una las burbujas se suceden en un ritmo familiar, pluf pluf, pluuf, pluuf; pluf pluf, pluuf, pluuf. Aparecen un instante y dejan de existir. Quizás alguna quiera volver a experimentar, quizás logren ser varias y se cuenten cómo llegaron a ser aquella ceniza de la cual nacieron.

Comentarios

Entradas populares