Transformación

La oscuridad es la que penetra junto con sus sombras dentro de su mente. No encuentra la forma de escapar, cada noche, junto a su insomnio, se acuestan las sombras y la acarician. Sus caricias llegan a excitarla incluso, es algo así como la angustia generándole placer, lo que implica que aún sea mas difícil alejarlas. Su espalda se contrae y endurece, brota de su omóplato una estructura ósea cubierta de cuero negro y ella se retuerce de dolor, las nauseas no tardan en aparecer. Se deja llevar por las sensaciones, como en una montaña rusa, no puede pararlo, las sombras la penetraron y la dejan invalidada para retirarlas de encima suyo. Los huesos que corroen su espalda continúan creciendo y dejan ver algo que pareciera ser una mano, una mano inerte, sale como buscando escapar. Su abdomen se repliega y la mano en su espalda tira cada vez más de sus costillas ya deformes. Sus pómulos se hunden al salir ya un brazo completo, su rostro pasa de tener los surcos profundos de su existencia a ser un rostro cualquiera, sin que ella pueda reconocerse. El brazo en su espalda gira y toma su cabeza desde la frente produciéndole una contorsión tan profunda que cae hacia el costado sin resistencia de las cervicales. Ya no puede controlarlo, desde el primer susurro quedó invalidada por el placer y ahora por el dolor, sale ya de su espalda el brazo y un pie, su cadera se desarticula al tiempo que las pantorrillas y los muslos inermes asoman de sus lumbares. En un giro el brazo toma su cabeza, la endereza y la hace mirarse al espejo, alguien está allí no se reconoce pero cuando la mano toca sus labios comienza a reconocerse. El brazo y la pierna son ella, ya no son inermes, pero ella ya no es el resto de su cuerpo. Se quita tironeando las partes de eso que no reconoce y vomita todos sus recuerdos. Mira sus pies, desnudos y sucios, pegajosos, sube su mirada, siempre frente al espejo y va observando su cuerpo, aún hay restos de ese otro cuerpo de quién sabe quién habrá sido. Fragmentos de una vida donde el dolor dejó surcos y marcas en el cuerpo, mientras levanta su mirada barre con esa otra y observa con detenimiento la constitución de su cuerpo, nuevo, la sangre irriga su piel y observa cómo se va coloreando y tomando vida, poco a poco, cada una de sus células. No hay cicatrices ni recuerdos, nada, sólo el sonido de la sangre circulando en su cuerpo y va sintiendo poco a poco, su corazón latiendo, el aire que entra en su cuerpo da movimiento a su pecho, su nariz se enfría con el aire que entra y se entibia con el que sale, siente el calor de estar viva. Sus ojos no esconden secretos, su mirada no dice nada, pues no tiene nada que contar, simplemente se observa, sólo su desnudez frente a ella, se toca y se ama.

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