Extraño ausente

Permanecer oculto, lejos del dolor. Un año había pasado ya desde su desaparición. Lloró a escondidas, estrujándose el pecho, sintiendo un dolor agudo, desde el esternón hasta el hombro derecho. No quiso hablar, sólo sonreía cuando le preguntaban. Frente al espejo su barba se veía prominente, era una forma mas de ocultarse, ¿qué importancia tenía ya que sus gestos pudieran ser descubiertos? Él sólo quería permanecer oculto, construir su propia sombra, para cubrirse de ella y caminar por las calles. Finjía risas, goce, placer; ya ni siquiera se percataba de lo profundo que su tristeza se había hundido hasta que la noche lo abraza y desarma, en cada ocaso, la oscuridad lo llena. Su barba crece sin parar, ya cubre su ombligo. Con sus dedos pulgar e índice enrolla los extremos, es en esos momentos en que está sumido en su profundidad, mejor no hablarle, no te registra. Un chasquido de dedos puede traerlo e inmediatamente su sonrisa, tapando todo.
Yo puedo verlo, él no lo sabe. Cree que su disfraz es impenetrable. No puedo decírselo, lo lastimaría, mejor acompañarlo, y cuando no está, llorarlo.

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