Porque vos, porque yo. Una historia de ella y la otra.

Tan enredadas estaban que no paraban de echarse las culpas. Ella, la mas herida, o al menos eso creía, no paraba de recriminar el avasallamiento de la otra por sobre ella y la otra nunca se enteraba de que su pie había estado sobre ella. Así pasaban cada remoto momento en que se encontraban a discutir sobre lo que alguna vez hubiera parecido una unión feliz. Entonces ella comenzaba, porque vos me dijiste que... y la otra respondía, pero si yo nunca te dije eso, o al menos eso no es lo que quise decir, ves, que no me conoces. Entonces ella decía, pero vos me dijiste eso y a mi me caló hondo, fue una grieta que me dejaste. La otra llora porque no puede decir nada sin que ella se lo tome mal. La otra ya está cansada de ella, de sus recriminaciones, de ser un ogro, no se considera Tirana, pero ella insiste, e insiiiiiiste e insiiiiiiste, aunque le ha dicho que no, insiste en dejarla ubicada en ese particular casillero de su psiquis mental. Es un callejón sin salida. Ella se siente agobiada por la otra y la otra siente que no puede comunicarse con ella, es como si las vías de comunicación se hubieran roto completamente, aunque hablen el mismo idioma, no hay manera de que se entiendan. Y así pasan los días, porque yo, porque vos, porque yo, porque vos. Enredadas, enredadísimas, insoportabilísimas. Basta ya, basta ya, descansen ya, córtenla, si nadie va a ganar, no hay nada que ganar, no hay competencia, pero que pavas que son. Ella está lastimada, ya ni sabe por qué, algo le hizo la otra, malvada, terrible, horrible, despreciable ser, maldita loca, insufrible, mandona, manipuladora, maldita alma que se mete en sus cosas y quiere mostrar y mostrar y hablar y hablar y decir todo, todo, todo. No siempre hay algo para decir, ni para pensar, triste es cuando no hay que sentir, mas bien, nada bello para sentir, solo resentimiento y resquemores, algo tan bello vuelto putrefacto. La otra ya está cansada y comienza a odiarla, le molestan profundamente sus reclamos, le molesta hasta el tuétano que ella la vea tan fea, tan mala, tan maldita. La otra quiere salir de ese lugar pero ella la deja ahí y termina siendo la otra eso que ella ve. Podría haber sido tan distinto, podrían haberse amado profundamente, sinceramente, podrían haberse acompañado toda la vida, juntas, amigas, amantes, compañeras, pero no. Todo comenzó a pudrirse cuando se desentendieron, cuenda ella empezó a ver lo que quería de la otra y cuando la otra creyó ver cosas en ella que ella no veía o no quería ver. Un gran desencuentro, un final infeliz, todo misturado por lo políticamente correcto, por supuesto, que nadie se entere, qué pasaría si se viera hacia afuera lo terriblemente horrible y vergonzoso de la relación de dos mujeres amigas que frustraron su relación en los desencuentros. La intimidad, la cotidianeidad, la normalización y naturalización se comió su relación, su amor, su fraternidad y las dejó impávidas ante su separación. Ahora se hablan y no saben cómo hacerlo sin que haya dolor, yo creo que no se soportan, aunque quieren quererse, aunque dicen quererse. Tanto ella como la otra hacen un esfueeerzoooo por tratarse con respecto, calma y cariño. Algo de amor debe quedar entre ambas e interfiere para que sus frustraciones no se transformen en odio desmedido.  Alguna vez se vieron juntas, para siempre, ella veía el cielo estrellado en la otra y la otra veía su calma y serenidad en el latir del corazón de ella. Se necesitaban mutuamente, necesitaban ambas de ese amor tan deseado y esperado, de ese amor que sanara sus soledades y las acompañara y crecieran juntas y aprendieran a seguir adelante ante las vicisitudes, ante las tristezas y los dolores, ante sus antiguos fracasos amorosos. Ella curo a la otra de sus miedos e inseguridades, de su paranoia, de su agorafobia, de su pánico al dolor que pudiera causarle el mundo; la otra la ayudó a ella a crecer, a sentirse segura de si, a tener confianza, a compartir y a formar una pareja. Ambas se quisieron como pudieron, como aprendieron a querer, ambas tenían dolores que sanar, algunos fueron subsanados, otros no. Al final ya no había amor, mas bien, no había pasión, esa de la que se alimentan los cuerpos de les amantes. El fuego fue consumido por la relación, la pareja, los miedos, el achanchamiento, las ganas de ser y estar con otras personas que no fueran ella ni la otra. Todo eso ahora transformado en porque vos y porque yo, en un ida y vuelta sin fin, como una cinta retorcida y doblada en si misma, moebius si quieren especificar mas. Yo las veo, tan tristes, solitarias, aún transitando su duelo, quizás queriendo zafar un poco de algo de ese dolor, conquistando nuevos cuerpos, emociones, sensaciones, aaaa, pero... el dolor está ahí, presente, como una roca en una cascada, donde al caer el agua salpica los meandros del río. Pobre ella, pobre la otra, realmente lo intentaron, realmente quisieron quererse, amarse, acompañarse, si algo tuvieron fue la voluntad de construir ese amor, pero claro, no fue suficiente. Ahora tendrán que seguir y ver qué hacen, qué hace ella con ella y qué la otra con la otra. Todo vuelve a empezar, nada es definitivo, nada es eterno. Ella y la otra caminaran, juntas o no, seguirán adelante y se recordaran, probablemente con amor, cuando ya calme el dolor, el duelo, la incesante sensación de haber perdido algo, de haberse quedado sin nada, de sentirse lastimadas por ella o por la otra. Ella y la otra continúan cada una con su historia, ya no juntas, pero con sus recuerdos en cada uno de sus cuerpos, almas, sentires y pensamientos. Ojalá puedan sanar, ojalá puedan sentir lo bello de haber estado juntas, y puedan ver, mas allá de lo que ahora las oprime, lo dulce y bello que fue tenerse, quererse y amarse y por sobre todo, acompañarse.

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