Casa mía

Vivo en una casa pequeña, colorida, rodeada de plantas e impregnada de vida. En su interior late mi humor, vivencias, historias y nostalgias. Sobre la biblioteca hay una radio vieja, era de mi viejo. Yo la miro y me recuerda sus mañanas escuchando AM. Sobre ella hay un mantelito, de esos bordados, era de mi abuela. También un cerámico partido que me regaló ella de la vieja casa de campo. No tengo fotos colgadas en la pared, nunca me gustaron los estantes con fotos, prefiero los objetos de ellxs, están llenos y colmados de su vida y experiencias. En la galería tengo un juego de muebles de jardín de caño. Dos sillones y una mesita. Los sillones me los dio mi vieja y la mesa la tomé de la casa de la chacha luego de su muerte. La Chacha es mi abuela. Ella me dijo, esta mesa no te la voy a dar Pichi, es mía. Por supuesto que cuando murió lo primero que recordé fue la mesita. Ahora está en casa, en el patio, en la galería. La tomé porque nunca me gustó que me dijeran que debía hacer y creo que signo de esa rebeldía y por su ferviente defensa es que tomé ese objeto para recordarla. Ella me dijo una vez volviendo en el auto desde el campo.
-hay pichi, yo no sabía si serías una rebelde o una bobita, por suerte saliste rebelde.
Así era la chacha 💟
Los objetos que me recuerdan al Tortu y a la Chacha son únicos y comparto sus significados con quiénes quieran oírme. Las fotos están, en una caja de telgopor, cada tanto la abro y reviso, recuerdo momentos, para eso están, para cuando quiero recordar. Si estuvieran sobre un estante serían un mero objeto, tan observado, tan explícito, sin secretos, sólo eso, una imagen que no necesita ser comentada. A mi me gusta contar historias, no se si sé hacerlo, no se si me sale bien o soy aburrida, intento ponerle magia a las palabras y a los momentos, sé que no soy de las que tienen buena oratoria, apenas si puedo mantener el hilo de lo que quiero decir por 5 minutos, pero es lo que me gusta. Por supuesto que quisiera lograr lo que otres producen en mi al relatarme sus historias. Suelo viajar con sus anécdotas, imagino las escenas y me sumerjo en ellas, me fascina viajar con las historias. Quisiera poder yo lograr algo similar al contar historias, será el reto hasta morir imagino. Ese rol cumplen algunos objetos en mi casa, en mi pequeña casa rodeada de vida, tranquilidad. Un parque inmenso y un pequeño punto habitable, efímero, casi desarmable, desaparecible por el paso del tiempo. La levantamos con Meli, mi ex pareja (ex pareja suena muy raro, pero es la costumbre) pero ya la siento tan mía, tan impostergablemente mía, la casa y yo nos hemos mimetizado, late mi corazón en su interior. Me abro a contar porque me urge ser infinita, transparentarme hasta desaparecer es la sensación que me recorre en estos momentos, nada es lo suficientemente claro como para que pueda terminar de abrirme, de verme, de estar aquí mientras escribo. Mi pequeña casa se expande conmigo y cuenta historias, su luz interna deja ver cosas que no se pueden ver, es una penumbra mágica que permite imaginar y soñar. Aún queda trabajo por hacer, aún queda mimarla mucho más, aún nos queda el trabajo de amarnos y aceptarnos así, pequeñas en la inmensidad e infinitas en historias para contar.

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